lunes, 7 de marzo de 2011

"Don't fall in love its not an option"


El amor es una arma muy poderosa la cual debes dejar en las manos indicadas o terminara destruyéndote por completo. El amor puede ser grandioso, algo realmente único y especial lo que siempre deseas sentir, algo que siempre anhelas sentir, pero también puede ser algo que terminara con tu vida, puede acabar con todas tus sonrisas y dejar un gran vacío en tu corazón. El amor es difícil y mi mejor consejo es simplemente no enamorarte, aunque igual puede resultar difícil.
Un día me enamore completamente de Danny, alguien excepcional. Su sonrisa era única, sus bromas, su forma de ser tan única. Siempre había sido tan comprensivo, para mí la mejor persona que pude haber encontrado, todo lo que siempre desee. Desde que lo conocí y como fue pasando el tiempo supe que él era una persona especial y que lo quería junto a mí.  No sé ni en qué momento fue pero termine enamorándome de él perdidamente, como solía hacerlo siempre. En poco tiempo el término por ocupar todo el espacio de mi mente, no había otra cosa de la que hablara con mis amigas, siempre terminaba escribiendo su nombre por todas partes y cada cosa me recordaba a él, incluso hasta las más insignificantes. Cada que lo veía sentía las mariposas volar en mi estomago, alborotadas de un lado hacia el otro, las cuales hacían que me estremeciera con cada roce de su piel, con cada beso. Lo único que podía pensar era que lo amaba más que a nadie. Con el pase momentos muy felices, los cuales, sin duda alguna, nunca olvidare. Sus besos, sus caricias. El había sido la persona a la que había decidido entregarle mi virginidad. Todo había sido tan perfecto. Lo amaba en realidad, pero todo termino yéndose. Un día, el peor hasta ahora, todo, sin explicación coherente alguna, se fue y mi mundo entero se derrumbo. Yo lo amaba tanto que incluso podía haber dado mi vida por él, pero ahora sé que él no lo hubiera hecho por mí. Lo único que siempre le pedí era que me diera todo su amor, tal y como yo siempre lo hice. Creí que lo había hecho, vaya que sí, pero ahora me doy cuenta de que estaba equivocada. Me dejo a la deriva expuesta a todo peligro, me dejo, prácticamente, al borde de la muerte, porque siempre supe que sin el yo no podía vivir. Todos los días vivía con un enorme hueco en el pecho, derramando lágrimas y sin poder quitar de mi mente aquel momento en el que se fue y me dejo en este estado. A duras penas podía sobrevivir. Todo a mí alrededor me recordaba su ausencia y lo insignificante que era mi vida si no lo tenía a él junto a mí. Muchas veces pensé en el suicidio como una opción que podía liberarme de todo este sufrimiento sin fin. En mi no quedaban ganas de volver a pensar en el amor y mucho menos de vivir. Al cabo de un tiempo volví a verlo…con alguien más, tan feliz como algún día había llegado a haber sido junto a mí. Esa había sido la gota que derramo el vaso y entonces me convencí de que el suicidio era mi única salida. Yo ya no quería estar más en este mundo si no iba a estar junto a él. Recordaba perfectamente aquel momento en el que entre al baño y, con el corazón completamente destrozado, golpee el espejo con mi mano, con el simple deseo de estrellarlo y romperlo en pedazos y cuando así fue tome un pedazo de vidrio y sin pensarlo dos veces corte las venas de mis muñecas. En ese momento vi brotar la sangre y comencé a sentir nauseas así como también mi vista comenzó a nublarse. Afortunadamente llego Jazmín, mi amiga, a quien había invitado a comer, hecho que había olvidado por completo. Ella llamo a una ambulancia, la cual me llevo al hospital. Ahí fue donde me di cuenta, de que no estaba bien, que no podía seguir así, que debía tomar ayuda para mejorar mi vida, la cual era más que un completo desastre. Entonces decidí tomar ayuda para restaurar la vida que algún día llegue a tener. No estoy segura de cuánto tiempo estuve en tratamiento, alejada del mundo entero, pero para mí fue una eternidad, fue muy difícil y en un principio estaba convencida de que no resultaría, pero entonces cuando sonreí nuevamente, una sonrisa que finalmente había salido por decisión propia y no fingida, fue cuando vi que podía salir adelante y mis esperanzas e ilusiones volvieron. Desde entonces todo poco a poco volvió a tomar su lugar, todo volvió a la normalidad. Cuando finalmente logre salir volví a comenzar con mi vida y volví a recuperar todas esas cosas que ya había dado por perdidas. Aunque si quedo cierto miedo al amor, siempre mantuve mi teoría de que no enamorarme seria mi mejor opción.
Después de un tiempo cuando mi vida se encontraba por completo restablecida, Sali con Jazmín. Fuimos a esa cafetería a la cual me encantaba ir no solo porque en realidad me gustaba sino porque uno de los chicos que trabajaban ahí me parecía bastante lindo.
— Solo nos atiende bien —había dicho yo ya un poco ruborizada—, ese es su trabajo.
— Por favor, Kate —dijo Jazmín—, se puede notar a kilómetros que le gustas, pero al parecer es muy tímido como para hacértelo saber.
— Claro, Jazmín —dije irónica y tome un sorbo de mi bebida.
El chico paso una vez más junto a nosotras y entonces Jazmín me sonrió. Sabía que eso no indicaba algo bueno.
— ¡Hey Joe! —le había gritado a aquel chico por su nombre lo cual hizo que casi regresara el liquido que traía en la boca.
El chico, un tanto confundido, se acerco a nosotras.
— ¿Si? —se dirigió a nosotras con una sonrisa.
— Mira amigo —comenzó Jazmín—. Solo quiero facilitar las cosas entre los dos —me sonrió—. A mi amiga aquí presente —me señalo—, Kate, le gustas y por lo que he notado a ti también —sonrió.
Yo abrí mi boca ante la sorpresa y comencé a balbucear no se qué tantas cosas mientras algo coherente venia a mi mente. No podía creer lo que acababa de hacer.
— Creo que no te has equivocado —le respondió Joe a Jazmín sin quitar la vista de mi—. Me gusta tu amiga y quiero ver si ella aceptaría salir conmigo —sonrió.
Jazmín dirigió la vista hacia mí también, ambos esperando mi respuesta.
— Bueno —dije—, creo que solo será una cita —dije aun un tanto dudosa—, así que está bien.
El chico sonrió aun más y entonces se alejo, no sin antes pedirme mi número y decirme “te llamare”. El se alejo y entonces yo lo contemple sin saber aun si era una buena idea.
— No sé si es una buena idea, Jaz —le dije a mi amiga—. No sé si estoy lista para esto—le dije regresando la mirada hasta ella nuevamente.
— Claro que lo estas Kate —me animo tomando mi mano—. Yo se que si, no te quedaras sola solo por tener miedo a caer otra vez.  Estas cosas pasan te caíste una vez y, aunque sé que fue difícil, lograste levantarte. Puedes hacerlo otra vez.
Yo sonreí ya que sabía que tenía razón.
— Gracias Jaz —le dije—. Literalmente, estaría muerta sin ti —sonreí.
— ¡Cállate Kate!—casi me grito.
Ella odiaba que le dijera eso, pero era la verdad: ella me había salvado la vida.

Joe, el chico de la cafetería, me había llamado, tal y como lo había prometido. Comenzamos a salir y evite mi pensamiento de “no enamorarme será lo mejor” y seguí el consejo de mi amiga. Con el tiempo su sonrisa comenzó a gustarme más de lo normal al igual que su forma de pensar, tan parecida a la mía y sin darme cuenta me había vuelto a enamorar. Entonces fue cuando perdí mi miedo de enamorarme y me di cuenta de que no enamorarme no era una opción.